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Cecilia Ordoñez en el Muzac de Montería.

La artista reflexiona sobre la memoria de la cerámica en la cultura contemporánea.

El arte y su profunda necesidad.

By In Noticias On 7 abril, 2017


La necesidad de hacer cerámica es enorme, la gente quiere expresarse con muchas cosas, no solo con la arcilla sino con la música y la poesía.

La cerámica en Colombia es un arte que se está perdiendo, es por ello que el pasado mes de marzo el Museo Zenú de Arte Contemporáneo de Montería, Córdoba; decidió abrir un espacio reflexivo sobre ésta histórica práctica cultural a través de la exposición «Anángke» de la artista Cecilia Ordoñez, quien configura una mirada contemporánea de la época precolombina de la cultura Zenú.

Cecilia Ordoñez, nació en Pamplona, Norte de Santander, tiene más de 40 años de carrera y es considerada un ícono femenino de la cerámica en Colombia. La cerámica llegó a su vida a través de Beatriz Daza, ceramista famosa de aquel entonces. Cecilia cursaba primer semestre de Estudios Generales, en la Universidad de los Andes, pero apenas vio la obra de Daza, se enamoró de la cerámica y dijo “esto es lo que quiero hacer en la vida”.

Dicho y hecho, desde entonces Cecilia le ha dedicado su vida a la cerámica, estuvo en Francia, pero regresó a Colombia a montar la primera carrera de cerámica en la Universidad Nacional de Bogotá que, desafortunadamente, cerró en 2003. En la actualidad es miembro de la Academia Internacional de Cerámica.

Cecilia Ordoñez

Para Cristo Hoyos: «La obra en constate crecimiento de una de las más destacadas ceramistas colombianas conforman esta exposición con más de 60 piezas entre esculturas, relieves e instalaciones, producto del rigor y el virtuosismo, del impulso y la vivencia, la experimentación y el riesgo, que expresan las tensiones entre tierra y fuego, entre tiempo y química en una obsesión de esta artista muy cercana a la de un alquimista.

Por motivos de edad, de salud, de estímulos, los últimos cultores del oficio cerámico del bajo Sinú, como Juana Mercado, Adriano de los Ríos, Felipe y Mauricio Alegría, entre otros, se han distanciado de la alfarería artística y utilitaria. El MUZAC ha programado “Anángke / Profunda necesidad”, una exposición estimuladora para uno de los contextos y entornos culturales más destacados durante la época pre-colombina por su refinamiento alcanzado en esta técnica como lo fue la cultura Zenú. La intención no es solo volver la mirada a una tradición cultivada y milenaria, o evitar la decadencia y las pérdidas patrimoniales, sino, ofrecer a jóvenes y artistas las ricas posibilidades de esta práctica, validándolas como fuentes para las expresiones modernas y contemporáneas».

En encuentro conversamos con la artista y nos contó sobre el proyecto y su experiencia en Montería.

Foto: Cecilia Ordoñez.

La muestra tuvo gran acogida del público, quienes nos dejaron algunas impresiones:

“It was very nice seeing the ceramie works of art and being able to feel the art in addition to simply seeing it with my eyes“ – T. Esp. “Fue muy genial, ver cómo trabajan la cerámica en el arte y haber podido sentir el arte, solo con simple hecho de verlo con mis ojos”:
Henry H.(EE-UU)

“Es realmente una labor digna de admirar, se nota que en cada una de las piezas pone no solo su conocimiento sino también su amor y delicadeza, cada pieza y sus texturas y colores me hicieron perderme por un instante y verlas desde otra perspectiva. Que continúe con ese hermoso trabajo “: July Gómez

Krystel Orozco: ¿Cómo nace el proyecto en el Muzac?

Cecilia Ordoñez: El museo tiene entre sus propósitos renacer el arte de la cerámica, propia de esta región y que está olvidada. Cristo Hoyos, quien fue el curador de la exposición, buscaba una persona que expusiera al respecto, además tuviera experiencia en docencia para motivar tanto a la gente que ya había hecho cerámica, como a la que no.

La cerámica tiene una tradición muy antigua y amplia pero no se está haciendo, y al preguntar en Bogotá y en muchas partes del país, Hoyos dijo “traigamos a Cecilia, quien le acaban de dar un reconocimiento en la Academia Internacional de Cerámica en Ginebra, Suiza; además de tener una obra interesante y una trayectoria de 40 años” por eso es que estoy acá.

K.O: ¿Podría resumir la experiencia en la ciudad?

C.O: En Montería, me han tratado muy bien, aquí la gente es muy cálida, me he sentido feliz y han hecho mucha divulgación de mi obra. Ahora mismo, estoy empacando la exposición, es hora de regresar, tengo dos colaboradores excelentes, que me ayudan a guardar, es una obra frágil y hay que empacarla muy bien, además hay piezas grandes. Por su excelente atención, me llevo una buena una imagen de todo.

K.O: ¿Cómo ha sido la panorámica de la cerámica en Colombia, principalmente en el Caribe? ¿Cómo ha sido su relación con la región?

C.O: No conozco mucho de la región todavía, pero sé que son gente muy especial y sensible, los del Caribe siempre tienen una necesidad de expresarse y son artistas innatos. Un ejemplo, son los niños de la Facultad de Artes, de la clase de música, a quienes les dicté un curso, fue muy lindo porque todos estaban entusiasmados probando, sin haber tocado el barro antes, con las pocas instrucciones que les di.

La necesidad es enorme, la gente quiere hacer cerámica, quieren expresarse con muchas cosas, no solo con la arcilla sino con la música y la poesía. En la inauguración vino un poeta con su libro, por ello existe esa necesidad de hacer arte, creo que en toda la región, pero hay que volverlo realidad.

K.O: ¿En qué contexto aborda la palabra Anángke?

C.O: Anángke fue una exposición que hice hace varios años en Bogotá, en el Colombo Americano. En ese momento, estaba construyendo una casa en tempo, donde tengo mi estudio, mi trabajo y vivienda.

Anángke es una necesidad, viene de una raíz semítica, que su forma escribirse es hnk y esas tres consonantes, las hice en arcilla, pero no como consonantes, sino como piezas de cerámicas separadas (placas), en las que hacía muchos experimentos acerca de temperaturas, reacciones químicas y colores para saber que reacciones había con la oxidación, reducción y diferentes temperaturas. Me la pasaba con esa obsesión.

Además de construir el estudio, existía la necesidad imperiosa de hacer cerámica, fuera de lo demás que hacía; profesora de la Universidad Nacional con cargos administrativos. Todo esto, era una motivación y una necesidad fue ahí cuando leí un libro de Savater, donde hablaba de la necesidad.

Empecé a investigar cada vez más sobre la necesidad, fue cuando encontré un libro de las Bodas de Cadmo y Harmonía… en donde el autor, de apellido Calasso hablaba de los orígenes de la necesidad. Fue en esa búsqueda, que me ocurrió llamar Anángke a la exposición, porque la cerámica para mí es una necesidad, es mi vida, es la fuerza que tengo para expresarme y si la dejo de hacer, me deprimo.

Por: Krystel Orozco
@krystelstephanie26
Comunicaciones Fundación Divulgar.


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